Alfonso Guerra se cepilló el Estatut sabedor que más tarde el politizado constitucional lo tumbaría. Fue su juego para humillar dos veces a los catalanes. Pero lo que no sabía este hediondo personaje es que el catalán s'emprenyaria. Y que solo su presencia física nos da asco, nos repugna semejante sujeto mediocre, corrupto y cómplice del terrorismo de estado, que ha vivido de la política toda su vil existencia.
El de abajo del Guerra es el Marqués de Arias Navarro y Grande de España.
Y es el reflejo de la transición franquista que dura hasta hoy en día. A ese fascista, la anacrónica monarquía le hizo, además de Marqués y Grande de España, caballero de la Orden de Carlos III.
Es la democracia de baja -bajísima- intensidad que impera en el extemporáneo e inventado estado español. Los socialistas como el Guerra han vivido bien en esta etapa post-franquista y no han hecho nada por modernizar una constitución redactada bajo la presión fascista.
Todo sigue atado y bien atado.
En fin, el lunes se votará una ley por la que el constitucional ya no regirá en Catalunya. Espero que nuestros políticos se mantengan firmes hasta el final. Y también confío que el pueblo catalán salga a la calle a defender su libertad para poder crear, por fin, una DEMOCRACIA en territorio catalán.
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