jueves, abril 27, 2017

Carta abierta de Albert Pla al falangista de Albert Rivera.

Dice el ultraderechista del Albert Rivera que en Catalunya se persigue a la gente que no es independentista... En cambio él no tiene ningún problema en perseguir a catalanes que no dicen que no son independentistas...



Carta abierta de Albert Pla a Albert Rivera.

Por favor, deja de intentar prohibir el concierto que organizamos el 12 de mayo en el Teatro Filarmónica de Oviedo. No es la primera vez que tu partido junto al PP lo intenta.

Me caes bien. Te llamas Albert, como yo. Eres catalán, como yo. Te gusta ir aseado, como yo. Y cada vez que abres la boca, dices una mentira o una tontería, como yo.

Para mí eres un tipo entrañable. Es más, si yo estuviera confinado en un campo de exterminio rodeado de guardias y descubriera que uno de los guardias eres tú, tendría esperanza. Me acercaría a ti y te diría:

— Eh, Albert... ¿Te acuerdas de mí?... Diles que soy amigo tuyo, por favor, sálvame.

De verdad no lo entiendo. ¿Recuerdas que hace años me añadisteis en la lista de intelectuales que apoyaban a Ciudadanos? Entonces erais cuatro gatos. A mí me hizo mucha gracia que alguien pudiese pensar que yo apoyaba a algún partido político. Pero me hizo mucha más gracia ser tratado como un intelectual. Yo estaba el segundo de la lista, por cuestión alfabética, después del gran Albert Boadella.

Pasaron un par de años y os rogué que me quitarais de la lista. Lo hicisteis.
Me explicasteis que había un tipo que se hacia pasar por mí y que escribía opiniones en mi nombre. Pero que no me preocupara, que las cosas que escribía estaban muy bien y que además erais muy admiradores míos.

Asunto zanjado.



Después de eso, la vida nos separó, cada uno a lo suyo, tú como político, yo como comediante.

Con los años, me pareció raro que te hicieras famoso en España hablando mal de la mitad de los catalanes. Pero me callé. Con eso casi llegas a presidente, aunque también creo que no llegaste a ser presidente de España precisamente porque eres catalán. Pero no por eso nos vamos a enfadar.

Lo que sí tengo que hacer es convencerte de que dejes de vetar nuestros conciertos. ¿Lo entiendes, verdad?

Lo más feo es que además hacéis creer a los ciudadanos españoles que nuestro trabajo está subvencionado por el Gobierno y que, de alguna manera, estos conciertos son actos antisistema pagados con el dinero de todos. No es cierto. El teatro, aunque sea público, no nos contrata, ni siquiera cede sus instalaciones gratuitamente. Quede claro que el concierto se hace a través de un promotor privado que alquila el teatro con este fin.

También quede claro que eres tú, y no yo, el que, hoy por hoy, recibe un sueldo del Estado.

No te quejes, habéis conseguido lo que queríais, ya sois un montón de “ciudadanos” en el Gobierno, en el Senado, en el Parlamento, en los bancos, en los tribunales, en todas las teles, periódicos, radios y medios digitales, ya no hay poder fáctico o medio de comunicación que se libre de vosotros. Es tan invasiva vuestra presencia que, para no saber de ti, tengo que encerrarme en casa y cortar la luz, y aun así, te encuentro en la sopa.

¿Queréis también el control de los fanzines, de los grafitis, de los raperos mallorquines, de los comediantes y de los titiriteros?

¿Queréis también el control de los teatros, de las salas, de los bares musicales, de las galerías de arte y de los cines? ¿Queréis la cultura y el espectáculo entero?

¿Queréis controlar la empresa que pinta la fachada del teatro, la fábrica que tapiza las butacas y el equipo de sonido?

¿Queréis ser dueños de la web desde donde se venden las entradas?

Esto es avaricia.

¿Ahora también vais a venir a molestar a los que somos minoría entre minorías con la burda excusa de que os faltamos el respeto y provocamos crispación social?

Por favor, entra en razón, diles a los de tu partido y a tus socios del PP que tengan piedad de nosotros, que nos dejen trabajar en paz. Tú me conoces, sabes que en nuestros espectáculos se habla de chicas que tiene mil ojos, de corazones que se escapan de sus personas, de bares en una esquina, de playas donde el protagonista es el amor, de coleccionistas de enfermedades, de hombres que respiran bajo el agua, de figuritas de pesebres, de escuelas de soñadores, y de republicanos que quieren hacerse monárquicos por amor.

Es espectáculo, poesía, música, magia, canción, actuación, teatro.

Lo mío, a veces, son verdades disfrazadas de mentiras, lo vuestro siempre son mentiras disfrazadas de verdad.

Lo sabe quien alguna vez entró a escucharnos y nos aplaudió.
Y, a quien no le gustó, jamás volvió.

Nunca obligué a nadie a entrar a nuestros conciertos.
¿Y tú? ¿Nos vas a obligar a ser para existir?


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