Desde España están empeñados en tratarnos como si fuéramos un estado independiente. Lástima que no hagan lo mismo con los 16.000 millones de euros que nos roban al año o con los recursos que nos esquilman.
Felipe VI (el breve) no recibirá en audiencia a Carme Forcadell en La Zarzuela. No lo hará, al menos, ni esta semana, ni en relación con el trámite de comunicación del nombramiento del nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Así lo ha establecido de su puño y letra el propio secretario general de la Casa del Rey, Domingo Martínez Palomo, en una nota que ha remitido a la asamblea catalana, en la que le insta a trasladar dicha comunicación "por escrito" y sin necesidad de que su presidenta se traslade físicamente a Madrid.
Ya puestos que se lo envíen por whatsapp...
O por kiala...
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lunes, enero 11, 2016
El rey Felipe VI no recibirá a Carme Forcadell (pero no hace lo mismo con los impuestos de los catalanes).
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9 comentarios :
Suso de Toro
10/01/2016 06:00
La sociedad catalana ya no se asombra con cada nueva vuelta de tuerca, vive en el asombro desde hace cinco años y se queda atónita al verse en el espejo. Aquella imagen impostada de tranquilidad, aquel tiempo y aquel país no volverán. Cataluña ya no es ni volverá a ser nunca la que era hace cinco años, ni para ella misma ni para los españoles. La imagen de sentido común, astucia y mansedumbre mudó a la de rebeldía caótica y audaz.
Los poderes madrileños, que desencadenaron irresponsablemente hace unos años una furia inesperada, están con la boca abierta. No saben lo que pueden esperar de estos catalanes, es obvio que son capaces de cualquier cosa; incluso de cosas que ni ellos mismos se habían atrevido a soñar. A estas alturas, qué ridículos los fingimientos de la política y los medios españoles: quienes demonizaron y despreciaron a Mas todos estos años, quienes antes ridiculizaban a la CUP pero hace dos días celebraban que no invistiese a Mas, critican ahora su apoyo a Puigdemont como si fuesen votantes defraudados. Un torrente de quejas y lamentos desde la izquierda y desde la derecha españolas que revelan cómo les escuece ese acuerdo. Muestran la impotencia y desconcierto de una política que, ante la intrepidez de la catalana, resulta toda ella “vieja política”.
La sociedad catalana no está presa del miedo, como lo está el conjunto de la española, atrapada en la ansiedad de “la unidad de España” con su correlato de monarquía obligatoria y el ejército en el rabillo del ojo. Y lo que acaban de pactar esas dos candidaturas puede parecer razonable o no y se pueden compartir sus objetivos o no, pero el trabajo de los políticos es buscar soluciones y salidas para conseguir sus objetivos. Y lo han hecho. ¿Será capaz la política española de aprender la lección? ¿Será capaz de formar un gobierno progresista sobre alianzas? ¿O quedará atrapada en los límites impuestos, los miedos, las presiones? La audacia y la ambición de la política catalana son un desafío a la imaginación de la española, incapaz de otra alternativa que no sean negativas.
La decisión de Junts pel Sí y la CUP le devuelve al soberanismo la iniciativa política que había perdido desde que Podemos prometió que defendería un referéndum. El movimiento cívico y político catalán se levanta sobre la reclamación del “derecho a decidir”: la aceptación de un referéndum desde un partido estatal le quitó fuerza al argumento político del soberanismo, que se justifica en que el Estado y la política española no reconocen a la ciudadanía catalana. Impedir votar a una persona es negarle un derecho particular como ciudadano, pero negárselo a todos los habitantes de un territorio es una coacción a todo un país y crea un problema nacional. Que un partido con dirección en Madrid prometiese defender ese derecho debilitó el marco nacional catalán del problema y, de hecho, el triunfo electoral de En Comú Podem reinsertó a Cataluña, que parecía un espacio político independiente y soberano, dentro de los parámetros de la política española.
Se comprenden las insistentes críticas a Mas, a la política de Convergencia y a la corrupción de los Pujol y las alabanzas a la coherencia izquierdista de la CUP, porque ese proceso de carácter fundamentalmente nacional se detiene al pasar a un eje social o de clase que acepte el actual marco estatal.
El acuerdo para investir a un presidente es un triunfo político del soberanismo porque recupera el control del juego. Puede ser que la política española ofrezca un referéndum o no, se verá, pero no bastará con que la ciudadanía pueda acudir a las urnas un día: el empoderamiento de la sociedad catalana no tiene vuelta atrás. Me es imposible imaginar una Cataluña como la de hace cinco años, una comunidad autónoma española sin más.
El soberanismo no tiene bastante base social como para concluir su proyecto, pero sí tiene base legal y, en este momento, iniciativa política para seguir conduciéndolo. En algún momento tendrá que haber un diálogo y una negociación con algún gobierno español y se establecerá algún acuerdo que reconozca alguna forma de soberanía política a Cataluña. Y eso es deseable para una sociedad catalana que merece recoger algún fruto y no debe acabar frustrada y vencida, pero también para una España que no tendrá más remedio que afrontar que está sometida a poderes centralistas que utilizan su miedo, su falta de sentido cívico, su nacionalismo paralizante y su falta de amor por la libertad.
Algún día los españoles comprenderán que "la unidad de España" no sólo es una cárcel de países sino también una trampa para las aspiraciones de justicia y libertad.
Se me olvidaba, otro motivo más para no querer un rey, y una capital en Madrid.
Que venga él.
Joaquim, ni eso. La próxima vez ni iremos a Madrid a ver el rey, ni vendrá el rey a Barcelona. Ni le mandaremos un e-mail, ni le haremos una llamada de teléfono. Perdió la última oportunidad porque el Presidente 131, será el presidente de la república Catalana, y ahí los reyes sobran.
¡Qué fuerte!
Esta gente, a veces me pregunto si les queda alguna neurona en funcionamiento.
Se tiran piedras a su propio tejado con una facilidad pasmosa.
Vamos, si yo fuera, el Rey, haría el paripé y la recibiría como mandan los cánones.
No tienen clase, menos elegancia.
Espanya és diferent:
http://www.yometiroalmonte.es/2016/01/07/pequeno-nicolas-cobrara-3-000-euros-diarios-aparecer-tv/
http://www.yometiroalmonte.es/2016/01/07/concejal-expedientada-ciudadanos-ira-gh-vip-costearse-vuelos-sesiones-plenarias/
La regeneració política en marxa.
Bdn
Juan
Los catalanes tenemos mas clase que los mesetarios :-)
ERC no acudirá a la audiencia ante el Rey hasta que este no reciba nuestra Molt Honorable Presidenta del Parlament, por otro lado EH Bildu ha anunciado este lunes que no acudirá a las audiencias del Rey con los portavoces de los partidos con representación en el Congreso al considerar que la monarquía es "el mayor símbolo del carácter antidemocrático del Estado español. ep
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