domingo, febrero 24, 2013

Todo el planeta pendiente de Barcelona.

Por mucho que digan... el mundo del móvil eligió Catalunya.

Durante la presentación de la edición del Mobile World Congress que arranca mañana en Barcelona, ​​John Hofmann, presidente de GSMA, la entidad organizadora del evento, confesó que le prometieron que los días del salón haría sol...
Sin duda, el atractivo meteorológico de la ciudad fue uno de los argumentos que le valieron una victoria contra Múnich, París y Milán en la carrera por ser la capital mundial del móvil en 2011, pero Barcelona tuvo que poner sobre la mesa alguna cosa más que su atractivo turístico y el clima.

Partía con cierta ventaja. Desde 2006 la ciudad catalana había organizado con éxito el congreso (que venía de hacerse en Cannes, aunque con la mitad de asistentes de los que tiene hoy). Asumir la capitalidad significaba asegurarse hacerlo durante cinco años más-hasta 2018 - y, por tanto, beneficiarse de los 300 millones de euros de impacto que tiene la feria en la economía catalana.

A partir de mañana y hasta el jueves será más difícil encontrar un taxi, los hoteles de la ciudad estarán llenas a rebosar-l'habitació más próxima a la capital está a 60 kilómetros de distancia, según dijo el alcalde Xavier Trias esta semana- y habrá algún atasco de tráfico de más, sobre todo alrededor de la Feria de Gran Vía, que acoge por primera vez el congreso, después de siete ediciones en Montjuïc.

Es el precio que se paga por convertirse en la referencia mundial de la movilidad. La contrapartida es poder impulsar proyectos empresariales relacionados con la tecnología y convertirse en el "escaparate mundial de la movilidad", según Agustín Cordón, vicepresidente de la Mobile World Capital.

La candidatura de Barcelona contaba desde el principio con la simpatía de Hoffmann, que "se ha enamorado de la ciudad", dijo Trias. De hecho, una vez tomada la decisión, el magnate de la telefonía no le faltaron elogios para la capital catalana. "Barcelona se merece el título", consideró antes de señalar sus virtudes. "Combina una exposición excepcional, transportes, infraestructuras de hostelería, compromiso para extender la movilidad en Barcelona y ​​Catalunya, y un apoyo fuerte de los sectores público y privado".

"Fuimos todos a una", recuerda Cordón, en referencia a los agentes implicados: Ayuntamiento, Feria, Generalitat y empresas. Pero detrás de la decisión había otros factores que, según los responsables de la candidatura, ayudaron a decidir. El buen posicionamiento de la marca Barcelona a nivel mundial fue otro de los aliados de los impulsores del proyecto, que tenían-y tienen-algunos bastones en las ruedas. Y es que Catalunya tiene todavía mucho trabajo por hacer en el campo de la tecnología. Está entre las 20 regiones más avanzadas en el ámbito TIC de Europa.

La capitalidad del móvil debe servir también para avanzar posiciones en la clasificación del índice digital. Y los efectos ya se están empezando a ver, especialmente con motivo del congreso. Hoy es posible pagar en restaurantes, ver información en los museos o incluso abrir la puerta de una habitación de hotel en la ciudad con el móvil. Sin necesitar nada más, gracias a la tecnología NFC (near field communications), de pago sin contacto, ya un acuerdo entre La Caixa, Visa, el GSMA y otras compañías. También tiene visibilidad en el Mobile World Centre, inaugurado hace unas semanas, un escaparate de las tecnologías móviles, abierto al público en la plaza Catalunya, en un edificio cedido por Telefónica.

Y estas son sólo algunas muestras del trabajo realizado por el equipo de la Mobile World Capital en ese tiempo. En junio se inaugurará un hub de empresas que pretende crear negocio en torno a la movilidad y atraer empresas del sector. Pretende crear un ambiente favorable, tanto a nivel fiscal (el proyecto tiene la consideración de acontecimiento de interés general y, por tanto, una fiscalidad ventajosa para las empresas que se apunten), como de talento, para que haya empresas interesadas en situar la sede alrededor del edificio Media-TIC. El objetivo final no es solamente "ser Silicon Valley", explicó esta semana el conseller de Empresa y Empleo, Felip Puig, sino ser "el país del desarrollo".

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