Y eso que es gallego. |
La vida política española, desde el siglo XIX, es dramática en el sentido más trágico de la palabra y también en el sentido de teatralidad. Es un tema bien interesante y digno de estudio pero por lo demás no hay que darle vueltas, aunque nos disguste eso no tiene arreglo, es y seguirá siendo así.
Dentro del desgarrado debate público juegan un papel los intelectuales, sienten la obligación de intervenir y la propia sociedad lo espera y probablemente lo desea. Un intelectual en España se pronuncia sobre asuntos políticos y sociales probablemente más veces de lo que desearía y no siempre lo hace de forma particular sino que frecuentemente subscribe manifiestos cuyo texto no le satisface completamente aunque asiente con el motivo de fondo. Se publicaron estos días dos manifiestos en dos periódicos de Madrid, ambos sobre las perspectivas de Cataluña, y me parece que reflejan mejor que nada el estado de opinión establecido en España y que es lo que hace irresoluble la convivencia nacional. Son claramente redactados desde una visión de las cosas muy distinta y aún contraria a la que tiene la mayor parte de la ciudadanía catalana, sin embargo los dos manifiestos tratan sobre Cataluña. Y aunque son distintos ambos son transversales, de hecho varias personas son firmantes de ambos manifiestos y en conjunto abarcan desde la izquierda a la derecha. Se dirigen a los catalanes razonando los beneficios de seguir como están y los peligros de probar la independencia pero da la impresión de que los firmantes vivieron una realidad distinta de la que vivió la mayor parte de los catalanes. Al ver los razonamientos y el tono de los manifiestos uno comprende que hay una absoluta incomunicación entre Madrid y Barcelona y tengo la seguridad de que es en Madrid donde más se ignora la otra realidad, muy probablemente son muchos más los catalanes que viajan ida y vuelta a Madrid en el AVE que madrileños a Barcelona. Sería un cálculo interesante.
Lo que no tiene sentido es no reconocer la realidad, simplemente que, como reflejan todas las encuestas y cualquier acercamiento desprejuiciado, la gran mayoría de los catalanes se sienten incomprendidos y maltratados, están ofendidos y están hartos, creen que España es un lastre y una fuente de humillaciones y buena parte de esa mayoría cree que les irá mejor siendo al fin independientes. No tiene sentido seguir creyendo que se trata del plan de un personaje que se está dibujando día a día y que parece el perfecto malo de la película, Artur Mas, es un deseo de mucha gente tan sensata o más que cualquiera y no nace de un delirio nacionalista, nace de una fuerte conciencia nacional pero ha ido creciendo y madurando debido a las experiencias de los últimos años. Cualquier persona desinteresada puede recordar las campañas constantes contra Cataluña, que si los toros,que si la lengua, que si no se puede tolerar que una entidad catalana pueda comprar una madrileña, que si tampoco puede una empresa de energía "nacional", esto es radicada en Madrid, ser absorbida por otra catalana,que si le pasarian el cepillo al estatuto... y se lo pasaron todos. Resulta difícil de comprender que se diga que en España se los catalanes son vistos con respeto y que se les quiere.
Igual que la visión que destilan los manifiestos es transversal de izquierda a derecha también en la sociedad catalana el deseo de ejercer su soberanía también es transversal, lo comparten gentes de izquierdas y de derechas, jóvenes y mayores. Se podrá estar de acuerdo con la política de Mas o no pero eso no tiene nada que ver con el debate que mantienen los catalanes consigo mismos y reducir ese debate a maniobras de políticos perversos es no respetar a la ciudadanía catalana. Se estará a favor del federalismo, del centralismo, de la independencia o de lo que sea pero si los catalanes quieren decidir su futuro los demócratas deben reconocerles ese derecho. Hubo muchas ocasiones para posicionarse pidiendo respeto cuando hubo campañas de descrédito de Cataluña y de los catalanes mismos, desgraciadamente no es probable que veamos algún manifiesto que pueda ser visto por los catalanes como un acercamiento humilde y curioso. Sí, los catalanes llevan años sintiéndose mal tratados en España pero en España nadie quiso verlo. Y ahora resulta que los catalanes van en serio, es significativo de que van en serio el que hayan despertado las viejas voces franquistas y que se hayan realizado amenazas de usar el ejércio contra la población de esas "provincias traidoras". Es un momento de España muy delicado pero el mejor modo de enfrentar los problemas es reconocerlos y no autoengañarse.
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