Es el pueblo el que ahora ha dictaminado su posición y anhelo. En estos momentos solemnes y de espiritu colectivo puede darse el caso que los partidos no estén a la altura.
Ayer estuve en la Via Catalana, a la persona que tenía a mi lado, e incluso un poco más allá (tan allá como cientos de kilómetros), no le pregunté cuál era su militancia, ni tampoco sus creencias religiosas. Es más, no le pregunté si era del Barça...
Estábamos allí porque nos unía el afán por la libertad de Catalunya.
No sería descabellado empezar a pensar que la Assemblea Nacional Catalana tuviera que presentarse en unos comicios ante la incapacidad de los partidos políticos catalanes.
Ayer se demostró que el sentimiento independentista está por encima de los que nos representan, casi diría que ya no está en sus manos decidir.
Pongamos el caso que Rajoy le concede un concierto económico a Catalunya (algo imposible, España vive de esquilmar a los catalanes), Artur Mas no es nadie para aceptar ya. El pueblo ya no cree nada de lo que venga de Madrid.
La ciudadanía quiere ser un país, un estado libre, dentro o no de la UE. Tanto da...
Por eso, 1.500.000 votos le darían la mayoría absoluta a Carme Forcadell, incluso con 1.200.000 tendría suficiente.
Evidentemente con esa mayoría cualificada podría declarar unilateralmente la independencia de Catalunya, luego, más tarde, podría salir de la escena (o no), disolver la Assemblea como coalición política y convocar unas elecciones con los partidos tradicionales.
AHÍ QUEDA LA IDEA...
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