lunes, octubre 14, 2013

Madrid exige más financiación...

¿Todavía más?

Okey, vale, pero con varias condiciones...

Que deje de ser kilómetro cero en la construcción del AVE, bueno eso es imposible porque ya está hecho...

Que todas sus autovías sean de pago...

Que los ministerios se marchen a otras comunidades y den trabajo a otros funcionarios de otras regiones. Así como las federaciones deportivas, secretarias y otros organismos.

Que el senado esté en otra capital española.

Que vuelvan las bolsas de Bilbao, Valencia y Barcelona

Que El Prado se divida en dos o tres museos más, repartidos por ciudades de España con mucho turismo.

Que definitivamente el IVA de cada comunidad se quede en ella, nada de ajustes arbitrarios...

Que los impuestos que generan las empresas también se queden proporcionalmente en las diferentes autonomías o nacionalidades. Por ejemplo, la electricidad de los catalanes la suministra Endesa que tiene la sede en Madrid, es la capital de España la que se queda su impuesto de sociedades e IVA.

...

El problema es que Madrid es la capital de España. 

Entre otras cosas, eso quiere decir que una parte importante de los gastos de administración del Estado (como salarios de ministros y funcionarios, gastos de electricidad, agua, gas, obras en los ministerios, etc) se realizan allí. 

Es verdad que todos los ciudadanos deben contribuir a pagar esos gastos, pero también es cierto que éstos benefician casi exclusivamente a las empresas y ciudadanos de la capital. 

Al fin y al cabo, los funcionarios y los ministros gastan sus salarios en restaurantes de Madrid, van al cine y al teatro en Madrid y se compran ropa, electrodomésticos y comida en tiendas de Madrid. 
Y viven en al Palace como Duran...

Por eso hay una manera de calcular el déficit, llamada el “enfoque monetario”, asigna a la capital el gasto que allí se hace. Estimado así, según el estudio de Castells, el déficit de Madrid es 3 veces inferior al de Catalunya. 
Es decir, Madrid se puede autoproclamar la más solidaria del estado, pero cuando lo hace no explica que su comunidad es la que administra esa solidaridad y, por lo tanto, se beneficia del tinglado: ¡lo que gasta en solidaridad lo recupera en “gastos de administración”...

 Xavier Sala-i-Martin lo explicaba bastante bien:


Una amiga mía me “invitó” a celebrar el fin de año en su casa con unos colegas suyos de Castilla. Me propuso que entre ella y yo pagásemos los gastos dado que sus amigos eran relativamente pobres. Dijo que ella pondría 110 euros y yo 100. 
De ése dinero, ella cobró 80 euros (40 míos y 40 suyos) en concepto de alquiler de casa y gastos de organización y el resto los utilizó para comprar comida y bebida. “De esta manera”, dijo, “mi contribución neta a la fiesta es de 70 (=110-40) y la tuya de 60 (100-40): es decir, yo soy cuatro veces más generosa”.
Yo me quedé atónito porque primero, 70 no es cuatro veces 60. Y segundo, dado que ella se quedaba los 80 euros de gastos de alquiler y organización, la realidad era que yo acababa pagando 100 y ella solamente 30 (primero pagaba 110 pero luego recuperaba 80), por lo que el generoso había sido yo. 

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