La opción más cercana para Catalunya es: un país, dos gobiernos, consociativismo y quizás un alto representante.

Antes de desarrollar el post me gustaría recordar que hoy por hoy, grosso modo, la mitad de los catalanes son independentistas y esto es suficiente motivo como para crear un gobierno propio, con fuerzas de seguridad leales, que cohabitaría con otro regentado por España. 
Un país, dos gobiernos. Así sería en un principio.

Como todos sabemos, actualmente es la otra mitad la que vence. La parte unionista se aprovecha de la fuerza bruta del Estado español. Es más, esa fracción disfruta de toda la represión que sufren los independentistas.
Esto lo digo porque, si en cualquier decisión de futuro, los españolistas salen mal parados, no debemos sentir ningún remordimiento.

Bien, seguiré con otro preámbulo.
Hará 10 meses el opositor Juan Guadió se autoproclamó presidente de Venezuela. Sí, tal cual, el amigo de Albert Rivera se declaró "Presidente encargado de la República bolivariana de Venezuela".
Es más, la vikipedia en español distingue a los dos como tal...
Incluso una cincuentena de países (entre ellos España) han reconocido a Guaidó.

¿Pero quién manda?
Maduro es el que tiene el poder de las estructuras de Estado, pues, posiblemente él tiene el poder.
¿Han metido entre rejas a Juan Guadió por ello?
NO.
Guaidó no ha ido a la cárcel porque se ha mantenido firme y tiene la mitad de la población que lo apoya.

La historia nos ha mostrado algunos ejemplos más, aunque hay que reconocer que no es lo más habitual.
Ocurrió en México hace un siglo con Eulalio Gutiérrez y con Roque González Garza. Y no hace falta ir tan atrás el el tiempo lejos con México; en el 2006, López Obrador se invistió como presidente en un acto simbólico.

Luego está el caso de Bosnia en que el consejo de ministros es el jefe de gobierno. La antigua república de la federación yugoslava es un ejemplo de consociativismo (forma de gobierno que toman los sistemas políticos democráticos en las sociedades profundamente divididas).
Sí, porque Bosnia y Herzegovina no solo está dividida entre una federación, una república y un distrito, además, dentro de ellas la población también está repartida.
Y la figura que gobierna este batiburrillo es el alto representante Valentin Inzko (austriaco). Por cierto un español (Carlos Westendorp) lo fue del 1997 al 1999.


Bien, aunque no lo crean, lo de Catalunya es más complicado, pero no imposible porque nunca se haya hecho. Ya ven que en el mundo ocurre de todo.

Vayamos al grano.
Uno de los problemas mil veces señalado por los unionistas es que si Catalunya se declarara independiente habría mucha gente que no lo aceptaría. Que no pagarían sus impuestos a esa nueva legalidad, es más, habría empresas que seguirían cotizando a la Seguridad Social española.
Ya, pero habría otros que lo harían a la catalana...
Quizás mitad y mitad...

Por lo tanto, la cuestión no es dónde pagar, sino si el gobierno catalán sobreviviría el tiempo suficiente para implementar su legislación, es decir, si no fuera detenido por las fuerzas de seguridad españolas. 
Cada día que ese gobierno aguantara se haría más fuerte.

Es entonces cuando dentro del mismo país habría dos legalidades. Dos singularidades que habitarían en el mismo espacio sin fronteras (aunque sepamos que hay poblaciones y/o comarcas con más independentistas que otras).
Pero las consejerías estarían en manos de la autoproclamada República de Catalunya...

Evidentemente el ejecutivo español crearía un gobierno paralelo dentro de Catalunya con sus estructuras de Estado, pero sin sedes...
Y, en todo caso, gastando mucho dinero...

¿Cómo sería el día a día?
Lo que parece algo quimérico no lo es gracias a la era de la informática y el big data.
Por ejemplo, los hospitales en manos del Gobierno catalán pasarían la factura a España por los enfermos que todavía cotizarán a Madrid. 
Otro ejemplo, las plaza públicas de los colegios serían primero para los hijos cuyos padres tuvieran el "DNI" catalán...
Y así en todo.

En ese impasse, el ciudadano podría elegir entre ser catalán o español y cada gobierno cuidaría mucho de que al ciudadano no le faltara de nada.
Y es ahí donde el independentismo podría ganar su partida. La parte republicana no sufriría el expolio de España, pero la monárquica sí. Eso quiere decir peores servicios para los que continuaran queriendo ser españoles. Y no se trata de represalias, simplemente es la realidad ya que el Estado español dejaría de enviar partidas.

Muy pronto se cansarían algunos ciudadanos de tener que pagar peaje por no poder acceder a una viñeta o a becas para estudiar sus hijos...


He puesto en el titulo del post la figura del alto representante porque sería bastante lógico que hasta que no hubiera un referéndum o una nueva legitimidad reconocida internacionalmente, haría falta esa figura.
Cuidado, un alto representante no deja de ser alguien que utiliza la diplomacia. Una mediación que debería existir en las infraestructuras utilizadas por todos. Por ejemplo, el aeropuerto de El Prat debería ser gestionado por un ente que repartiera los beneficios a partes iguales.

Ya sé que parece una distopía de las que se ven vía streaming, pero es mucho más posible que el pensar que España permitirá a buenas un referéndum.

El Govern de la Generalitat debe proclamar la independencia, hacer decretos leyes y no aceptar la legalidad española. De la ley a la ley y no reconocer ni a los jueces ni a los policías españoles. Hacerse fuertes en las instituciones y seguir haciendo su labor como ahora; realmente todo lo importante está transferido: el Estado español lo único que hace es enviarnos la financiación cada mes después de habernos robado el 60%...

Y la misión de ese gobierno será mostrar a los unionistas que en la legalidad catalana se vive mejor.

Cuando el Reino de España vea que la gente se va sacando la nacionalidad catalana, querrá actuar buscando un pacto de última hora, tipo Estado asociado...
Y, como siempre, llegará tarde...