NÚRIA BOSCH en ara.cat
Es poco plausible que, en pleno siglo XXI y en el contexto internacional en el que estamos inmersos, el estado español y el españolismo más rancio y unionista interrumpan, enviando los tanques, el proceso soberanista que Catalunya está viviendo. Sus armas son otras, como ya podemos empezar a ver. Son las armas del juego sucio.
Lo hemos visto recientemente con la aparición de un borrador de informe que atacaba duramente a los presidentes Mas y Pujol. Han sido necesarias tres semanas para saber que es un informe falso, que nadie se responsabiliza y que nadie sabe de dónde salió. Pero apareció en plena campaña electoral, y nunca se sabrá de qué manera pudo afectar los resultados electorales.
La última arma utilizada por el estado español es un ataque a la lengua catalana que se puede calificar como el más duro después de la dictadura. El objetivo no es otro que dividir a la sociedad de nuestro país por la lengua, romper la cohesión social y la buena convivencia que hay actualmente en Catalunya en torno a esta cuestión.
Otra manera de hacer daño es estrangulando las finanzas de la Generalitat para dinamitar cualquier margen de maniobra, para hacer depender al máximo nuestros recursos del gobierno central y para provocar que los continuos recortes disminuyan cada vez más el apoyo de los ciudadanos de Catalunya el gobierno de la Generalitat.
Una muestra reciente de esta voluntad de estrangular las finanzas de la Generalitat ha sido la actuación del Estado para impedir que el gobierno de Catalunya pueda establecer un impuesto sobre los depósitos bancarios. Es un impuesto que hasta ahora tenían Extremadura, Andalucía y Canarias. Ahora bien, cuando el gobierno español ve que hay posibilidades de que el de la Generalitat del establezca, se apresura a crear uno igual, a un tipo del 0%, lo que significa que nadie tendrá que pagar nada y que no hay ninguna finalidad recaudatoria. El objetivo es impedir que lo puedan establecer las autonomías, ya que la legislación vigente prohíbe que establezcan impuestos sobre hechos imponibles ya gravados por el Estado. Ahora el Estado deberá compensar las autonomías que lo tenían por la recaudación impositiva que pierden, pero se ve que prefiere pagar ese dinero y no que los tenga Catalunya y eso le suponga unos ingresos adicionales para sus delicadas finanzas.
Otra arma que utiliza el Estado es el establecimiento de unos objetivos de déficit autonómicos totalmente inalcanzables. Es cierto que esta medida afecta a todas las autonomías, pero en las circunstancias actuales el gobierno español sabe que tiene una incidencia especial sobre la Generalitat. Si este año ya costará llegar al objetivo de un déficit público del 1, 5% del PIB, veo totalmente inalcanzable el objetivo del 2013 (del 0,7%), si no es a costa de disminuir por debajo los niveles deseables los servicios esenciales del estado del bienestar (sanidad, educación, servicios sociales) en manos de las comunidades autónomas.
Según los objetivos de estabilidad presupuestaria, en el año 2013 el total del sector público español debe tener un déficit del 4,5% del PIB. Este se reparte entre el Estado y las autonomías, con un 3,8% y un 0,7% respectivamente. Si el 4,5% se repartiera de acuerdo con el peso del gasto autonómico en el total del gasto público (un 36%), el déficit autonómico podría llegar a ser del 1, 62%. Esto supondría que el objetivo de déficit del Estado debería disminuir, un objetivo para el que habría margen con la reducción de gastos como Defensa o grandes inversiones improductivas como las del AVE. El gobierno de la Generalitat debería plantar ante el gobierno central, negándose a alcanzar el objetivo de déficit que le impone y, en todo caso, explicar a la UE como el Estado español trata los gobiernos autonómicos. El Estado parece desconocer que estos gobiernos prestan los servicios fundamentales dirigidos a las personas.
Con todo, creo que el año 2013, cuando la Generalitat esté del todo estrangulada financieramente, el gobierno central le ofrecerá reformar el sistema de financiación autonómica, ya que el próximo año toca revisarlo. Se querrá vender como el pacto fiscal que pedía Catalunya, pero no hay que confiar en ellos, otro día, en otro artículo explicaré por qué. Sólo será la excusa para introducir confusión en la sociedad catalana, diciendo que los catalanes se niegan a mejorar sus finanzas.
La única salida es ir hacia el estado propio. Algunos dicen que la prioridad es la crisis y que el independentismo es sólo una cuestión de sentimientos. No es así. Precisamente, si la prioridad es la crisis tenemos que ir hacia la independencia porque Catalunya se convierta en un estado próspero, y cuanto más deprisa mejor. Así evitaremos mucho juego sucio de España.
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