Durante décadas las principales empresas de servicios españolas han ido adquiriendo a otras del mismo ramo hasta crear monstruos con sede en Madrid.
Pero son sufragadas por las facturas que pagamos todos cada mes.
En la mayoría de los casos esas compañías no nacieron en Madrid, ni siquiera sus principales clientes están en esa comunidad...
ENDESA:
El Endesa Building trabajan diariamente unos 1.000 empleados. Con 10.000 millones de euros de facturación al año, es uno de los principales imperios que han sabido construir los madrileños. Pero no se trata de un negocio construido con el esfuerzo de emprendedores de la meseta, en realidad es una amalgama de compañías creadas en otros lugares del Estado que progresivamente han ido quedando fagocitadas por esta sociedad de origen franquista. Así pues, dentro de Endesa están Fecsa, Enher e Hidruña -las tres catalanas-, y de compañías hidroeléctricas de Baleares, Aragón, Andalucía y Canarias, básicamente. Este hecho todavía pervive en la nómina de clientes de la firma: 5 millones en Andalucía, 4 millones en Catalunya, 1,1 millones en Canarias, 700.000 en Baleares y en la Aragón.
Y con cero clientes en Castilla. Pero por decisión política la sede central está en Madrid, con todo lo que esto comporta de riqueza regalada a los madrileños o, según se mire, de patrimonio expoliado a la periferia. Es más, ni siquiera está la producción energética en esa comunidad: casi un 30% de su capacidad productiva de energía, el parque de generación, es situado en Catalunya, incluyendo Ebro y Pirineo. Fuera de Catalunya, los territorios con más porción del parque de generación de Endesa están en Galicia y Andalucía, con un 15% cada una. En resumen, que la periferia de la península -con Catalunya al frente- produce una cantidad gigantesca de kilovatios, que después son consumidos mayoritariamente por los mismos territorios, pero que entremedias hacen un viaje inexplicable a la capital del Estado para enriquecer los madrileños.
REPSOL:
Repsol es una multinacional que factura cerca de 50.000 millones de euros (el récord entre las empresas españolas). A pesar de que ninguna de sus actividades productivas tienen relación con Madrid, la petrolera mantiene la sede en la capital, con todos los beneficios que esto comporta a nivel de puestos de trabajo, activación de consumo y, por supuesto, con efectos sobre la contabilidad local de las macromagnitudes que después sirven para cuantificar las balanzas fiscales. Si analizamos con más detalle las actividades productivas de Repsol comprobamos que las principales refinerías están ubicadas en la periferia (Catalunya, País Vasco, Galicia y Murcia) y suponen el 85% del total del refinado de la empresa; en cuanto a la extracción de petróleo, de la producción nacional, el 95% salía de los pozos de la costa de Tarragona. Finalmente, la actividad química de la empresa tiene como epicentro el polígono petroquímico de Tarragona, de mucha más relevancia que el de Puertollano. Pero a pesar de todo, Repsol es una empresa madrileña.
Telefónica:
La ciudad de Barcelona fue la pionera en la península en disponer de aparatos telefónicos y a hacer pruebas de comunicación. Una vez más, la modernidad entraba por este embudo al sur del Pirineu que es Catalunya. A comienzos del siglo XX, la Compañía Peninsular de Teléfonos, fundada en Barcelona el 1894 por emprendedores catalanes, ya tenía el 50% del mercado de la telefonía, superando a la otra gran compañía estatal, la también catalana Societat General de Telèfons. Desgraciadamente, con la llegada de la dictadura de Primo Rivera y el afán centralizador de los gobernantes españoles -una característica que se mantiene constando a lo largo de los siglos- se creó un monopolio estatal controlado por la Compañía Telefónica Nacional de España, una sociedad de nueva trinca que se fundó con el apoyo y los recursos de la norteamericana ITT.
Del esfuerzo ingente que había realizado la Mancomunidad de Catalunya para hacer llegar las líneas a todos los rincones de país, se benefició el Estado español que durante la dictadura expropió toda la red catalana para adjudicarla al monopolio acabado de crear. Esta fue la primera piedra de la compañía conocida hoy en día como Telefónica y que es la segunda empresa española por facturación, después de Repsol. Obviamente, desde entonces la sede no se ha movido de Madrid. El 2018 Telefónica facturó unos 49.000 millones de euros.
Hasta aquí hemos visto unos pocos ejemplos explicativos de qué son realmente las empresas de Madrid, pero podríamos seguir hasta casi el infinito si tenemos en cuenta las empresas vinculadas al Estado, como Aena, un gestor aeroportuario centralizado, una verdadera anomalía en el mundo occidental, que continuamente drena recursos del Aeropuerto de Prat para alimentar el resto de su red.
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Sede AENA.
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También podríamos hablar de Renfe y Adif, dos empresas hermanas campeonas de la ineficiencia, el mal servicio y la corrupción, y con origen franquista. O de Loterías del Estado, que factura 9.000 millones de euros anuales y tiene 600 trabajadores en los servicios centrales. O de Radio Televisión Española, con 6.500 trabajadores, sólo 1.000 descentralizados. O quizás también de Correos, 2.000 millones de euros de facturación y 56.000 trabajadores, de los cuales unos 10.000 en Madrid. Y no nos podemos olvidar de Iberia, la línea aérea española surgida como monopolio durante la dictadura de Primo de Rivera y que está integrada en el mismo grupo que British Airways, bajo capital de Catar.
La gran mayoría de estas empresas ubicadas en Madrid por decisión política no solo aportan PIB y actividad económica a la capital, sino que además acostumbran a proporcionar ocupación de mucha calidad en cuanto al nivel salarial y la seguridad al puesto de trabajo. Un ejemplo de esto es RTVE, que tiene un gasto salarial que bordea los 400 millones de euros, o sea, unos 60.000 euros por empleado, o Repsol , que en el sector de trabajador de convenio (es decir, el peldaño más bajo), la media salarial se sitúa alrededor de los 45.000 euros. Además, como que la mayoría son empresas públicas o privadas oligopolísticas, el ciclo económico acostumbra a ser más respetuoso con la supervivencia de los puestos de trabajo.
En los rankings sí encontramos algunas grandes empresas originarias de Madrid, como ACS (que, a pesar de esto, creció gracias al dinero de la familia balear March), Sacyr y OHL, del sector de la obra pública y por lo tanto con una gran dependencia de las concesiones estatales vía BOE; Mapfre y Mutua Madrileña (aseguradoras) o El Corte Inglés, pero en general son entidades de sectores maduros.
Cuando la Comunitat de Madrid ha apostado por las nuevas tecnologías, ha surgido Gowex, pero los resultados no han sido los esperados. Por el contrario, en Madrid no encontramos casos como los de Grifols, Agrolimen, Danone, Nutrexpa (ahora Idilia y Adam), Damm, Cobega (ahora European Partners), Celsa, Cirsa, Roca, Puig ni tantas otras marcas de prestigio que empezaron como empresas familiares y que a copia de años y de arriesgar patrimonio, han resultado verdaderos gigantes de sus sectores. Aquí convendría añadir también las compañías catalanas con recientes fugas virtuales por razones políticas, como es el caso de Naturgy (antigua Gas Natural) o Planeta.
En consecuencia, el elevado nivel de vida de los madrileños se fundamenta por encima de todo en una combinación de apropiación de negocios ajenos -aprovechando coyunturas políticas singulares- más en la superestructura estatal, que genera una cantidad gigantesca de puestos de trabajo y de actividad económica inducida.
Este post es un resumen de estos tres artículos: