D.O. Clàssic Penedès:
Actualmente, las empresas que producen Clàssic Penedès són:
Addaia Celler (Addaia), Agustí Torelló Roca (At Roca), Albert Milà
Mallofré (Mas Comptal), Albet i Noya (Albet i Noya), Bodegas Torre del
Veguer (Torre del Veguer), Bonans (Bonans), Can Gallego Viticultors (Can
Gallego), Colet Viticultors (Colet), Finca Aviñó (Finca can Ramon),
Maria Font Puig (Can Morral del Molí), Mas Bertran Viticultors (Argila),
Masia Can Mayol (Loxarel), Masia Colomé (Mas Can Colomé) i Puig-Romeu
2000 (Puig Romeu).
Spot ilustrativo:
Transcripción de artículo interesante en L'Econòmic:
Una página web que esté bautizada con un nombre tan poco ambiguo como cavasnocatalanes.com no deja mucho margen para la imaginación si se quiere jugar a intuir qué clase de contenidos se pueden encontrar. De todos modos, la estupefacción siempre puede ser impulsada a cotas más altas cuando los vientos de creatividad soplan con fuerza y se ponen a afirmar, por ejemplo, que "el consumo de cavas y espumosos valencianos, extremeños, aragoneses, gallegos, de la Rioja, manchegos, andaluces e incluso canarios se ha disparado ".
La realidad es, sin embargo, terca y las cifras certifican que intentar desvincular el cava de Catalunya es, al menos el día de hoy, escribir un guión de ciencia ficción. Según datos del Consejo Regulador del Cava, en el censo de elaboradores de cava correspondiente al vigente 2014, de un total de 246 empresas inscritas sólo 26 tienen su domicilio fuera de Catalunya. Se trata, pues, de un escaso 10,5%.
Más evidente se hace aún el carácter fantasioso de ciertas afirmaciones cuando se fija el análisis en los parámetros de la producción: Catalunya produce el 97,4% de todo el cava que se elabora en España y es punto de partida del 95% de todo el cava que se exporta.
Con estos números, Catalunya preserva el cava como un potente activo de país y no sólo las bodegas y las marcas están dispuestas a las incidencias, por pequeñas que sean, que puedan hacer perder gas en este vigoroso negocio.
Sorbo de calma.
Con una producción anual que se ha estabilizado en torno a los 240 millones de botellas, el sector no tiembla por las posibles pinchazos en términos de volumen y desde 2012 cada año se han ido registrando cifras muy similares, con sensibles variaciones tanto al alta como a la baja pero siempre inferiores al 1%. Tampoco el ritmo de las exportaciones representa un dolor de cabeza para la industria ya que, mientras se está en espera de los números de 2014, que se presentarán pasada la campaña de Navidad, los dos últimos ejercicios han sido muy regulares (ligera caída del 1,5%) y, por tanto, el mercado exterior sigue compensando la poca sed de cava que parece tener el mercado español (sólo un tercio del cava producido se queda llenando copas en el estado).
Ahora bien, a pesar de tener unos cimientos robustos, sí hay elementos que generan sensibles balanceos e inestabilidad en los pilares sobre los que se levanta el imperio cavista.
En alerta.
La escisión de un grupo de bodegas de la DO Cava para crear la DO Clásico Penedès alimenta el debate abierto desde hace tiempo para productores que no ocultan que se les hace difícil la convivencia con empresas que priorizan las altas producciones por delante de la calidad (como Freixenet). Desde el sector más conservador de la familia cava se dice que los escindidos son pocos y pequeños (se asegura que los que se han ido son menos de los que pregonan haberlo hecho) pero queda patente que no se les pierde la pista.
Paralelamente, la potente Codorniu también ha iniciado los movimientos para marcar perfil propio y su última campaña publicitaria, presentada apenas hace unos días, esquiva las referencias al término cava. "No somos champagne, somos Codorniu" es el lema. Igualmente, en las invitaciones para el acto de presentación de la campaña, Codorniu hablaba de "manifiesto de la nueva era". Sin embargo, Xavier Pagès, director de la compañía, niega que la marca busque apartarse del abrigo del cava.
La preocupación del sector para preservar la imagen, fama y buena reputación del concepto cava discurre, por el momento, más por los caminos de la discreción que por los del bullicio, pero sí se ha hecho notorio y, de hecho, desde el consejo Regulador aseguran que no ahorran esfuerzos para reivindicar el cava como producto gourmet y para romper con la idea de bebida sólo apto para postre, brindis y celebraciones.
Pere Bonet es, aparte de un miembro de la saga familiar que comanda Freixenet, presidente del Consejo Regulador del Cava. Bonet ha declinado hacer declaraciones para este reportaje y fuentes del consejo regulador ni siquiera han apuntado que la aparición de la DO Clàssic Penedès no ha provocado ningún cambio en la estrategia de promoción del cava porque una nueva etiqueta no es ni un problema ni una amenaza para la consolidada reputación del cava.
Xavier Nadal, gerente de Cavas Nadal y vicepresidente de Pimecava, la asociación de pequeñas y medianas empresas elaboradoras de cava, manifiesta que "si los hay que se van es que algo falla". Apunta que "hace unos años nadie podía permitirse producir sin ser bajo el paraguas de la DO Cava" y sentencia que "quien no lo vea, que vaya al oculista porque lo necesita". Sin embargo, considera que la situación de sacudida que atraviesa el cava no difiere mucho de lo que pueda estar sucediendo en otros sectores: "El contexto económico actual es complejo para todos y el cava intenta adaptarse de la mejor manera" .
En este sentido, admite que "estamos en un momento en que se están produciendo movimientos y propuestas nuevas, pero los grandes cambios requieren tiempo". Nadal no muestra extrañeza por el hecho de que haya descontento entre algunos miembros de la familia cava y entiende que se hayan hecho públicas las preocupaciones relacionadas con la preservación de las esencias.
Y es que debajo del paraguas cava se cobijan productores que tienen viñedos propios y que rigen todo el proceso, comercialización incluida, hasta productores que se limitan a comprar vino base y que se encargan, sólo, de la fase final de fermentación y embotellado. Xavier Nadal interpreta que "segmentar es una necesidad" y se refiere a "tener en cuenta las características propias de cada producto, su tipología y la filosofía de cada productor". "En el cava, al igual que sucede en otros sectores, el mínimo esfuerzo se premia y no se da valor al esfuerzo de controlar todo el ciclo del producto." Entiende que el "consumidor agradecería que le dieran esa información".
Del mismo modo, la "zonificación" es otra de las reclamaciones ya que, aunque el Penedès casi monopoliza la producción de cava, también puede recibir este potente nombre comercial vino espumoso que haya sido producido en lugares tan dispares como Extremadura, Valencia , la Rioja, Galicia, Andalucía y, según dicen en cavasnocatalanes.com, "incluso Canarias". Para el vicepresidente de Pimecava esta laxitud en el filtrado no tiene sentido y es un freno para darle valor añadido y prestigio al cava porque "incluso dentro del mismo Penedès hay diferencias de altura, de zonas, de prácticas de trabajo y de tratamientos del producto ".
Por último, considera que la situación de alboroto y de mezcla de denominaciones deriva en una desorientación del consumidor, que acaba por "no entender nada".
Más leña al fuego.
Y desde hace unas semanas aunque se ha ampliado más el abanico de productos que, aunque sea por presentación y embotellado, invitan a pensar en cava. La Dirección General de Alimentación, Calidad e Industrias Agroalimentarias de la Generalitat ha aprobado un decreto que fulmina la exclusividad que tenía el cava para embotellar el producto usando la clásica botella de vidrio verdoso y taponar con el característico corcho y precinto metálicos. Desde ahora también los vinos espumosos pueden ir embotellados en el mismo formato.
Domènec Vila, director general de Alimentación, explica que el departamento ha actuado respondiendo a las necesidades planteadas por el sector y que se ha puesto fin a la inferioridad de condiciones con las que se encontraban los productores de vinos espumosos catalanes a la hora de vender sus productos en Europa. "Hasta ahora no había habido voluntad política para publicar el decreto. Por los motivos que fuera, lo cierto es que no se atendían las demandas que sí se hacían desde el sector. "Villa razona que cuesta entender esta tardanza cuando, siempre que se respeten unos criterios marco que están fijados por la Unión Europea, es la Generalitat quien tiene competencia sobre la materia: "Por limitación propia de Catalunya, las bodegas del país que producen vino espumoso no tenían la posibilidad de competir en el mercado." el decreto ya está vigente y la presteza responde a la voluntad de intentar aprovechar la sobredemanda que se genera por fechas de Navidad.
Un mercado, el de los vinos carbónicos, que es fecundo y rentable en los países nórdicos y el centro de Europa (Alemania, Austria, Holanda y Bélgica) y donde el cliente relaciona el espumoso con un embotellamiento concreto: el tipo de botella que aquí hasta ahora era exclusiva para el cava.
"Los mercados asocian cada producto en cada formato, no es exclusivo de los espumosos", dice Villa, y apunta que "por ejemplo, en los países nórdicos el vino tranquilo asocia a botellas de tapón de rosca y aquí es casi impensable".
La adecuación de la normativa catalana a las reglas del juego que rigen para los productores franceses o italianos pone las bodegas catalanes en disposición (al menos por formato) de competir por hacerse hueco en un mercado que, además, presenta unos índices de ingesta de litros per cápita de los más elevados de Europa.
La "larguísima tradición del cava que tenemos aquí", aventura Domènec Vila, puede ser uno de los motivos por los que este tema del embotellado no se haya agilizado antes. Por otra parte, también asegura que el sector del cava ha reaccionado "sin ningún tipo de problema" en la publicación del decreto. Una falta de oposición que encuentra "lógica" para que los habilita también a ellos, a los cavistas, buscar su trozo de pastel en esta lucha para saciar la sed del consumidor de vino espumoso.
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