Bajo el peñón de Gibraltar hay una playa denominada Catalan Bay (bahía catalana).
Catalan bay, a pesar de ser un punto importante de concentración turística, debe su nombre a un hecho histórico. El que marca el inicio de la relación moderna entre Catalunya y Gibraltar. En 1704, hace más de tres siglos, ya había estallado la Guerra de Sucesión y de Secesión hispánica, que enfrentaba al Borbón y al Habsburgo, o sea, Corona de Castilla contra la Corona Catalano-aragonesa. Y que significa también, Francia y la España castellana, contra media Europa.
Gibraltar, plaza estratégica de primer orden, se convirtió en objetivo prioritario de los aliados anti-borbónicos. Inglaterra y Holanda, potencias navales, no entendían la guerra de otra forma que con el control de los mares.
El 4 de agosto de 1704 una armada aliada comandada por el inglés George Rooke -que poco antes había destruido la flota española del Tesoro ante las costas de Vigo- y por el alemán Georg von Hessen-Darmstad -que había sido lugarteniente de Catalunya con el último Habsburgo hispánico- bombardeó hasta la extenuación -por la costa de poniente- la plaza de Gibraltar. A su vez, una compañía formada por 350 infantes de marina catalanes, valencianos y mallorquines, dirigida por el valenciano Joan Baptista Basset -que alcanzaría la categoría de héroe en el Sitio de Barcelona de 1714- desembarcaba prácticamente sin oposición en el sector de levante del peñón y tomaba por la espalda las defensas de la fortaleza. La infantería de marina de Basset -que combatía en nombre del candidato Habsburgo y eso significa del proyecto confederal hispánico- significativamente plantaba la bandera cuatribarrada en la playa de La Caleta, que a partir de aquel momento se llamaría Catalan bay.
Más tarde el Borbón regalaría Gibraltar a los británicos. De buen grado y con todas las consecuencias. En la mesa de negociación de Utrecht renunciaba a Gibraltar a cambio de que los británicos retiraran el apoyo militar a los catalanes. A partir del hecho, el Gobierno de Londres consideró necesario crear una población estable que confirmara la soberanía en previsión a futuras reclamaciones. Malteses, genoveses y menorquines acudieron al llamamiento del Gobierno de Londres para repoblar, en condiciones muy beneficiosas, la colonia -entonces ya tenía este rango- de Gibraltar, territorio británico de ultramar. En cambio, los primeros británicos -al margen del personal funcionarial, por descontado- llegaron posteriormente. Serían, curiosamente, un grupo de la comunidad sefardí -descendientes de judíos hispánicos- de Londres. Todos juntos crearon una nueva realidad social, política, cultural y económica que no tenía ningún vínculo ni con los viejos gibraltareños castellanos, ni con la nueva España de fábrica borbónica.
Vaya, esperemos que algun dia la Reina de Inglaterra vaya a la Catalan Bay a tomarse un baño.
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