Me dirijo a usted para responderle, como catalán, a la carta abierta que nos ha dirigido y que ha sido publicada en el diario El País.
Como catalán y como demócrata me he sentido interpelado por su carta, marcada por un tono paternalista y de profunda incomprensión de la realidad catalana y de las demandas que muy mayoritariamente está planteando el pueblo catalán.
Empieza usted diciendo que nos escribe como ciudadano, pero no es así, usted es un expresidente del gobierno español y eso no caduca jamás. No olvidamos los asuntos turbios del pasado. Yo sí le hablo como un ciudadano cualquiera, y si bien mis palabras son sólo mías, estoy seguro que hablo en nombre de muchos.
En su escrito se refiere en todo momento a los catalanes y catalanas como una especie de muchedumbre aborregada que “se deja arrastrar” por líderes que han enloquecido y que nos llevan a “aventuras” apocalípticas. Haciendo eso, ignora que el inicio de este proceso ha sido de base popular, ha nacido en la calle impulsado por gente de a pie, saliendo a la calle masivamente cada año en las manifestaciones más multitudinarias que ha visto Europa en el presente siglo.
Habla del apoyo que le dieron los ciudadanos catalanes en el pasado, pero no entiende que ustedes, los que creíamos que eran la izquierda española, representaron mucho tiempo una ilusión de cambio que no se ha producido. No han sabido ni querido reconocer a Cataluña como nación, no ha habido ningún proceso federal, ni lo va a haber por mucho que se llenen la boca de federalismo. Han frustrado grandes expectativas, y ahora esa ilusión de cambio se llama independencia, para empezar de cero sin esperar el permiso ni reconocimiento por ser lo que somos.
Se refiere a una hipotética Cataluña independiente como “aislada”, “separada”, una “Albania del s.XXI” ( refiriéndose a Albania despectivamente, lo aclaro porque no todo el mundo es tan etnocentrista como para despreciar países de esa forma). Habla de “ruptura”, de “ilegalidad” y usa un sin fin de expresiones negativas para referirse a la voluntad de un pueblo de decidir que quiere ser democrática y pacíficamente.
Duele oír la mentira tantas veces repetida de la “fractura” de la convivencia. Juegan con la convivencia de la gente cuando es falso. No hay familias que han dejado de hablarse, no hay dramas en las mesas en Navidad. Somos capaces de querernos y respetarnos pensemos lo que pensemos, no mientan más. Pensar diferente no es un problema, el problema es intentar esconder un debate escudándose en la división de opinión. ¿Prohibimos la democracia porque la gente vota diferentes partidos? Argumento absurdo y de poco nivel. Lo que genera división es que le nieguen a millones de personas el derecho a decidir sobre su futuro, eso sí va a generar una fractura profunda entre el pueblo catalán y la legitimidad que le pueda quedar al estado español.
Las identidades son individuales y complementarias. Yo no soy español porque así lo siento, ponga lo que ponga en mi DNI. De la misma manera hay muchísimas personas que se sienten tan españolas como usted y quieren la independencia, no hay ninguna contradicción. Todo el mundo puede sentir lo que quiera, y nada va a cambiar eso. No jueguen al miedo.
Sigue con el argumento de la “interconexión” del mundo. Como si la independencia significase salir del sistema solar. Estamos en Europa, somos europeístas, humanistas e internacionalistas y de la misma manera que pueden serlo casi 200 estados que hay en el mundo, la independencia no nos impedirá continuar conectados con el mundo. Quizás es que para algunos, el mundo se limita a España.
Por último quiero expresarle mi más profundo rechazo hacia la insultante comparación que hace del soberanismo catalán con el nazismo. Comparar un movimiento democrático, pacífico y popular como el nuestro con el totalitarismo nazi muestra su falta de respeto, de comprensión y de empatía. Pero sobretodo demuestra su falta de argumentos, lo cual nos da más razón para seguir luchando.
Nuestra fuerza es la gente y la palabra. ¿Y sabe qué? Eso es mucho más poderoso que cualquier estado, ejército, ley, gobierno, rey o expresidente.
Y al final, la voluntad popular prevalecerá. Nos veremos en la ONU, como amigos y aliados, de igual a igual.
Cordialmente.
Aquí la carta en el blog de Marc.
Sant Andreu
ResponderEliminarLa respuesta de Artur Mas entre otros firmantes.
http://elpais.com/elpais/2015/09/05/opinion/1441473386_212454.html