El discurso del heredero de Franco.

En la web de la casa real puede leerse el discurso del rey en catalán y en valenciano... Es curioso que el mismo imbécil que ha pensando en ello no pusiera el "idioma" argentino o el mexicano...

Pero la catadura intelectual del malnacido que decidió semejante majadería es supina si tenemos en cuenta que uno de los idiomas oficiales -que no dialecto como el valenciano- no está, el aranés brilla por su ausencia.
Sólo por el insulto al idioma, el monarca se merece una DUI para ver la cara que se le pone a él, a "sparrow" y a las niñitas del pueblo de los malditos...

O sea, antes de leer el discurso uno ya se pone de mala leche. Y te das cuenta que nada cambia para los catalanes, siempre estaremos bajo el poder de los mismos inútiles, vagos, maleantes y trolls.

"Os propongo que el franquismo perdure durante 100 años, gracias a mí y a mis hijas..."

En fin, he puesto en (negrita) mis opiniones: 

Discurso de Felipe el breve:

Quiero, en primer lugar, daros las gracias por abrirme vuestras casas en esta. Un momento que es, sobre todo, de cercanía (sí, tú en tu palacio y los desahuciados en la calle) y de reencuentro; un momento para aproximarnos, para mirarnos con la voluntad y el deseo de entendernos, para transmitir a las personas que nos rodean nuestros mejores sentimientos de afecto, de paz y de alegría (¿qué paz y alegría puede transmitir alguien que nadie lo ha votado...?).
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Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles para muchos ciudadanos y para España en general (y la casa real con 7'7 millones en sueldo y gastos). La dureza y duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre por su futuro (no como algunos que su futuro lo tienen resuelto al nacer); la importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud; y las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto.

Los problemas que he mencionado han dado lugar a una seria preocupación social. Sin embargo, no debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra (tan democrática que a él lo puso Franco).
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Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho (aunque se lleve a tres jueces por delante). Como es verdad también que la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales.

Pero es necesario —también y sobre todo— evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo (y que no se regalen yates y cacerías...).

Pocos temas como éste suscitan una opinión tan unánime. Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La  honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia (como ellos).

También quiero hablaros de la situación económica, porque continúa siendo un motivo de grave preocupación para todos. Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro. Es cierto que nuestras empresas son punteras (sobre todo en cobrar servicios más caros que nadie) en muchos sectores en todo el mundo (referencias, por favor...); pero también lo es que nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental.

No obstante, es un hecho —muy positivo— que las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando (sí, claro, gracias a que los sueldos están a 700 euros al mes) y que hemos recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo. Estos datos son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente, empleos de calidad.
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Por eso, debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y vulnerables. Y para ello debemos seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar (vaya a las urgencias de los hospitales y véalo...), que ha sido durante estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social, junto a las familias y a las asociaciones y movimientos solidarios. Algo de lo que debemos realmente sentirnos orgullosos.

Quiero referirme ahora también a la situación que se vive actualmente en Cataluña.

El pueblo español, en el ejercicio de su soberanía nacional, ratificó mediante referéndum la Constitución de 1978 (sí, claro, era eso o de nuevo dictadura), que proclamó nuestra unidad histórica y política y reconoció el derecho de todos a sentirse y ser respetados en su propia personalidad, en su cultura, tradiciones, lenguas e instituciones (por eso hay tan pocos ministros catalanes y por eso su web está en valenciano).

No quiero terminar mis palabras sin transmitiros un mensaje de esperanza. Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad (de los conciertos económicos) son nuestros grandes retos. No son tareas sencillas. No son retos fáciles. Pero los vamos a superar, sin duda; estoy convencido de ello. Tenemos capacidad y coraje de sobra (sobre todo para insultar y difamar a los catalanes). Tenemos también el deseo y la voluntad. Y hemos de sumar, además la confianza en nosotros mismos.

Bajo ese espíritu constitucional, hemos convivido estos años. Cada Comunidad, cada pueblo y territorio de España, cada ciudadano, han aportado lo mejor de sí mismos en beneficio de todos (menos en Madrid, Navarra y País Vasco). Y sin duda, desde Cataluña, se ha contribuido a la estabilidad política de toda España y a su progreso económico (gracias a los 16.000.000.000 de euros que nos roban al año).

Es evidente que todos nos necesitamos (unos más que otros). Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles (para el sueldo de los 227.000 funcionarios de los ministerios de Madrid) para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto (por eso unos van en autovías y otros en autopistas).

Pero no se trata solo de economía o de intereses sino también y sobre todo, de sentimientos (por eso llaman nazis a los catalanes).

Millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón (sólo hay que leer en los foros). Como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias amigos o ciudadanos (como esa familias que el ministro del interior dijo que discuten). Nadie en la España de hoy es adversario de nadie (se nota que no lee la Razón y el ABC y...).

Y lo que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras diferencias que debemos comprender y respetar (por eso han puesot el valenciano en la web de la casa real) y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar. Porque todo lo que hemos alcanzado juntos nace de la fuerza de la unión. Y la fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división de las sociedades (por eso s ehan creao 50 páises en 25 años) y que camina hacia una mayor integración (sí, una Europa subsidiada y otra no).

Los desencuentros no se resuelven con rupturas emocionales o sentimentales (como en las antiguas colonias que se marcharon con gran estupor...). Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero, y reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y los sentimientos que compartimos. Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad (la de los ruidos de sable). Y sigamos construyendo todos juntos un proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión y confianza en el futuro (poco futuro cuando te roban el 8% del PIB).

Porque necesitamos, también, ilusión y confianza.

El mes de junio pasado, España se dio a sí misma y al mundo un ejemplo de seriedad y dignidad en el desarrollo del proceso de abdicación de mi padre el Rey Juan Carlos y de mi proclamación como Rey; todo ello de acuerdo con nuestra Constitución (mentira). Y a lo largo de estos últimos meses me habéis rodeado de vuestro respeto, afecto y cariño. Sinceramente, me he sentido querido y apreciado y os lo agradezco de corazón. Y tengo que deciros también que he visto ilusión en muchos de vosotros, en vuestras miradas, en vuestras palabras, ante el inicio de una nueva época en nuestra historia.

Somos una democracia consolidada (la misma que no convoca reférendums o los prohibe) Disfrutamos de una estabilidad política como nunca antes en nuestra historia (¿es una amenaza?). Nuestro marco constitucional nos ha permitido la alternancia política basada en unas elecciones libres y democráticas (mentira, ley de partidos). Somos, además, una nación respetada y apreciada en el mundo (marca españa...) y con una profunda vocación universal, imprescindible para promover (imponer) nuestra cultura y defender nuestros intereses en un mundo global. Hoy, más que nunca, somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más fuertes, más competitivos y más protagonistas de un futuro de integración.

Como dije en mi discurso de proclamación, todo tiempo político tiene sus propios retos. Debemos seguir avanzando en nuestra convivencia política, paso a paso, adaptándola a las necesidades de nuestro tiempo. Poner al día y actualizar el funcionamiento de nuestra sociedad democrática y conseguir que los ciudadanos recuperen su confianza en las instituciones. Unas instituciones con vigor y vitalidad, que puedan sentir como suyas (como la real...)
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Gracias nuevamente por escucharme esta noche y muchísimas felicidades en nombre de la Reina (y exmodelo de pintor cubano), de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía.

Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas.

En fin, nada debemos esperar los catalanes de pasmarotes de antiguos regímenes.

afecto, paz, alegría, honestidad, sana, limpia, orgullosos, sentimientos, corazón, afectos, convivencia, orden, ilusión confianza, otra vez paz, libertad, esperanza, solidaria...
Como una jodida redacción de 5º curso...

Ya ven, españolización y 16.000.000.000 euros de expolio a cambio de palabras infantiles...