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jueves, diciembre 05, 2013

Catalunya necesitará un servicio de inteligencia.

Muchos serán los peligros, el gobierno de la Catalunya libre tendrá un deber hacia la ciudadanía, cuidar de su seguridad y bienestar.

Catalunya no deberá permitir ser un nido de mafiosos, espías y yihadistas.
Además, muchos funcionarios españoles pasaran a la administración catalana con la independencia, habrá que vigilar que muchos de ellos no se conviertan en espías al servicio de España.

FORMIDABLE ARTÍCULO DE PERE CARDÚS EN VILAWEB:

El servicio de inteligencia, en términos estrictos, es la recolección de información y datos, el análisis de estos datos y la producción de estrategia a partir de las conclusiones extraídas. Siento si deshago la fantasía que algunos podían tener sobre las operaciones secretas, los asesinatos selectivos, los sabotajes, infiltración en organizaciones disidentes y los espías en misiones peligrosas en todo el mundo. Pero hay que diferenciar los servicios de inteligencia de los servicios secretos o los grupos de intervención especial, policiales o militares. Si bien es cierto que a veces algunas de estas tareas las hace una misma institución, cada cosa es cada cosa. Inteligencia, espionaje, seguridad y defensa son ámbitos que se solapan, pero no diferenciarlos nos puede conducir a errores de interpretación .

Por ejemplo, podemos comparar el trabajo de un servicio de inteligencia con la del departamento de riesgo de una empresa o de un banco. Tener el máximo de información de calidad para estudiar y tomar decisiones estratégicas con todo el conocimiento posible del contexto y las condiciones, y con capacidad de anticipación, es un objetivo lógico y razonable. Una familia o un individuo -con un grado de racionalidad mínimo - bien tratan de informarse tanto como pueden antes de tomar ninguna decisión importante. Pues es lógico y razonable que también lo hagan los gobiernos, y con un alto grado de profesionalidad. Máxime si se trata de tomar decisiones que afectan a los ciudadanos, su seguridad y la gestión de dinero público.

Catalunya no tiene servicio de inteligencia. El gobierno tiene servicios de análisis y prospección, de documentación, de estudios de opinión... pero no tiene ningún servicio que se dedique sistemáticamente a producir inteligencia para ofrecer a los gobernantes el mapa de navegación para cada situación que deben resolver. Y esto es un déficit inasumible para un país que quiere ser un estado y que no quiere fracasar en el intento. Tener cultura de estado significa que cuando un gobernante ha sido elegido debe ser asistido de todo el apoyo necesario para tomar las mejores decisiones en cualquier materia, y también en seguridad. Porque uno de los objetivos principales de la democracia es el buen gobierno. En cambio, aquí a menudo tenemos una mentalidad de estado raquítica y parece que el objetivo más noble sea dificultar la toma de decisiones del gobierno para poder criticar y hundir. Somos así. Tantos años sin estado o - algo peor - con un estado en contra, nos han habituado a hacernos la zancadilla nosotros mismos. No seamos pequeños: un pueblo ha de querer que su gobierno - sea del color que sea- tome decisiones acertadas. Gobernar, especialmente en el ámbito de la seguridad, no debe ser jugar a la piñata.

Cualquier lector informado en cuestiones de seguridad sabe que Catalunya es un territorio con una implantación de la mafia y el crimen organizado internacional de primer orden. Tan sólo hay que hacer un vistazo al libro 'Gomorra catalana' del periodista Joan Queralt o leer y escuchar las entrevistas que se han hecho a Roberto Saviano para saber hasta qué punto la costa de los Países Catalanes es el teatro de operaciones del crimen internacional. Y tampoco hay que rascar mucho para descubrir que Barcelona es un nido de espías y de agencias de inteligencia como espacio geoestratégico vital que es del crimen organizado, pero también del terrorismo global y, sobre todo, del yihadismo (se describe con precisión en el libro del analista de Jofre Montoto: 'Yihadismo. La amenaza del islamismo radical en Catalunya') . Es decir, crimen organizado y mafias, por un lado, y yihadismo, por la otra, hacen de Catalunya y los Países Catalanes un espacio de máxima prioridad para el análisis de inteligencia y la prevención en segurtat .

Insisto, si tratáramos de espionaje, de servicios secretos o de operaciones especiales militares habría que hablar de otra manera. Tampoco pensamos que el estado catalán inventará la "sopa de ajo" y podrá instaurar un modelo de seguridad estratégica nuevo, insólito. Por otra parte, también habrá que tener herramientas para defendernos de los potenciales ataques de fuera y para defender los intereses del pueblo de Catalunya. Pero de esto habrá que hablar de ello en otro momento. Hoy centrémonos en la sorpresa de observar que se pone en duda la necesidad de un servicio de inteligencia que facilite al gobierno la toma de decisiones acertadas y la capacidad de anticiparse a los problemas.

¡Eh! ¡Qué no se exalte nadie! Es evidente que también deben quedar bien definidos los límites de la actuación de la inteligencia y, especialmente, de los procedimientos de obtención de información y de datos. Hay que respetar el derecho de privacidad y la ley de protección de datos personales. En esto también se deberán seguir los modelos más avanzados de inteligencia. De hecho, los servicios que han tenido comportamientos poco adecuados respecto de los ciudadanos han perdido la confianza necesaria de su pueblo. Y los que entienden, saben que la confianza de la ciudadanía y el respeto de los principios democráticos son fundamentales para el éxito en la seguridad de cualquier país.

En conclusión, dotar al gobierno de material de inteligencia es querer el mejor futuro para Catalunya y, sobre todo, para los catalanes. El nuevo estado necesitará una ciudadanía crítica, una oposición estricta, unos medios dispuestos y un gobierno eficaz. A veces, tengo la impresión de que queremos un país pequeño y reducido para no tener que esforzarse mucho en asumir nuestra responsabilidad ciudadana o profesional. El advenimiento de un estado debe servir a todos para "saltar de pantalla", ganar amplitud, subir de nivel, reforzar la exigencia y abandonar la mediocridad y el autoengaño.

En la Catalunya independiente, el gobierno deberá asumir unas responsabilidades mucho más altas, más difíciles y más peligrosas. Todo ello será un fracaso si nosotros, los ciudadanos, los periodistas, los empresarios, los científicos, los sindicatos, los profesionales, no asumimos también una parte de esta responsabilidad y crecemos y nos comprometemos aún más como servidores de nuestro pueblo. El desafío es para todos y habrá que seamos mejores que no estamos ahora. La libertad es responsabilidad y exigencia.

Rivera, con el semblante deformado por el odio, haciendo el ridículo una vez más.
La fotocopia que le pasó el CNI es del CESICAT, un centro de telecomunicaciones y tecnologías de la información...
Qué ganas tenemos que toda esta basura se largue de Catalunya...

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