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viernes, junio 14, 2013

Jordi Pujol habla de como deberá ser la Catalunya independiente.

Transcripción y traducción de su escrito:


A menudo, cuando se habla de los pros y contras de la independencia surge la pregunta: ¿y cómo sería esa independencia? Como sería una Catalunya independiente? Como sería económicamente, o socialmente, o culturalmente? Qué Catalunya, qué sociedad tendría, si se alcanzase la independencia?
Parece una pregunta difícil de contestar. De hecho, algunos la ponen para crear dudas sobre la conveniencia de la independencia.
Pero no es difícil de contestar.

¿Por qué no es difícil de responder? Para que todos los sectores políticos que a estas alturas reclaman el derecho a decidir o la independencia, durante más de treinta años han participado en la configuración de la sociedad catalana actual. Con proyectos sociales, políticos, económicos y nacionales, no del todo coincidentes pero bastante próximos entre ellos, para poder ver qué Catalunya quisiéramos construir si dispusiéramos del poder político propio de un estado independiente, y nos pudiéramos liberar del ahogo político y financiero que a estas alturas impone el Estado español. En cualquiera de estos aspectos la situación sería mejor que la que ahora progresivamente se nos va imponiendo.

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 ¿Cuáles han sido las líneas básicas de la acción política en Catalunya durante los últimos treinta y cinco años?

1. Un objetivo principal ha sido la implantación del estado del bienestar. En todos sus ámbitos. Es lógico que haya sido así porque, como decíamos en el editorial de la semana pasada, ha sido norma del nacionalismo catalán, desde siempre, la idea de que «Catalunya será fiel al ideal de justicia social, o no será».

Ahora -aquí y en la mayoría de países europeos- se vive un momento difícil debido a la crisis económica general. Agravado en nuestro caso por un tratamiento políticamente hostil y financieramente discriminatorio. Que la independencia o un cambio radical del sistema autonómico cambiarían sustancialmente. Probablemente no de hoy para mañana, pero el cambiarían.

2. Apoyo a la economía productiva ya todo lo que incremente su competitividad y capacidad de internacionalización. De acuerdo con la consigna de hace veinte y cinco años de «Nuestro mundo es el Mundo». Que ha tenido éxito-como se está demostrando-pero que se puede sacar mucho más provecho. Y jugando a fondo la carta de las nuevas tecnologías. Y de investigación. Como también ya estamos haciendo. Con iniciativas de alta calificación mundial en campos como la investigación médica, el ICREA, o el sincrotrón, o la supercomputación, la fotónica y la ingeniería de materiales.

3. Procurando mantener el máximo posible de equilibrio territorial. El peso de Barcelona y su entorno crean una situación inevitable de predominio. Pero durante los últimos treinta años se ha visto que esto no es incompatible con un desarrollo intenso del resto del territorio. La red hospitalaria, las comunicaciones, el conjunto de universidades, las implantaciones industriales, la recuperación de comarcas menos desarrolladas, el suministro de agua en todo el territorio y muchas más iniciativas impulsadas por administraciones de varios colores políticos demuestran que el equilibrio territorial forma parte de un programa de país, de aceptación y de impulso generales.

Y esto ha sido así sin desatención hacia Barcelona. Afortunadamente. Porque sólo una Barcelona potente puede ser la force de frappe que Catalunya necesita. En todos los sentidos.

4. Catalunya tiene unos elementos básicos de su personalidad colectiva que son la lengua, la cultura, la memoria histórica. Hay más, pero estos son muy principales. La lengua y la cultura son dos elementos diferenciales de máxima importancia que, por tanto, deberían recibir mucha atención en una Catalunya independiente. Pero teniendo en cuenta que en Catalunya hay dos lenguas que deben ser objeto de atención. Y no porque ambas sean oficiales, sino porque el catalán es lengua propia de Catalunya y que el castellano es la lengua familiar de muchos catalanes. La situación demográfica, el equilibrio o desequilibrio lingüístico de los medios de comunicación, el carácter de lengua propia del catalán, etc., Son hechos que hay que tener en cuenta. Pero el objetivo es que al cabo de un cierto tiempo de vivir en Catalunya el catalán y el castellano sean entendidos y asumidos por todos.

5. De hecho, un elemento básico y principal del proyecto de país de una Catalunya independiente es la preservación y el fortalecimiento de la cohesión de la sociedad catalana. Y el reforzamiento de la convivencia. En las antípodas de la desazón que en este sentido quiere crear el discurso dominante en España. El discurso del «o van a Echar», que no responde a lo que ha sido desde hace décadas la actitud de Catalunya. Catalunya ha sido y será un país integrador. Donde «catalán es toda persona que vive y trabaja en Catalunya».

Esta ha sido nuestra fuerza y ​​nuestro orgullo.

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O sea que, resumiendo, se puede decir que:

1. Una Catalunya independiente tendría como objetivo la consolidación del modelo social europeo del estado del bienestar, de la modernización de la economía y de la proyección internacional.

2. Reforzaría todo lo que significara identidad propia, y también cohesión, integración social y respeto a la realidad plural catalana.

3. De hecho, las instituciones y la sociedad catalanas ya trabajan desde hace décadas en estas dos líneas. Pero ahora no lo podemos seguir haciendo adecuadamente con la situación política y financiera que el Estado español está imponiendo y con la no disimulada voluntad de que sea verdad lo que nos dicen en los más altos niveles de la política española: «Dentro de dos Generaciones todo esto se habra acabado ».

Todo ello ha obligado a un cambio de actitud también en Catalunya.

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