Jiménez Losantos insulta gravemente a Duran i Lleida.

No es que me preocupe mucho el honor de Duran i Lleida y de lo que le acontezca a este tío que vive en un hotel de 5 estrellas como si de Cugat se tratara. Pero, si que es verdad que es un "señoría", un diputado elegido por el voto de muchos ciudadanos y como tal merecería un respeto...

En su comentario matinal, lleno de animadversión, subrayó la intervención de Duran i Lleida como la más repugnante. Se dirigió al político de CiU como el que peroró, que exhaló, que produjo efluvios vocales hediondos y repugnantes como propios de este sujeto... 

Ciertamente, no recuerdo haber escuchado jamás en mi vida descalificaciones y falta de respeto de esta catadura.
No contento con ello continuó con que Duran i Lleida estuvo en su línea, repelente por no decir vomitivo para terminar calificándolo de analfabeto funcional.

Todas esas frases dentro de un contexto de extremo odio hacia  Catalunya.
El enano sonado no esconde su repulsión hacia los catalanes, lo triste es que empresas participadas por LA CAIXA sigan manteniendo a esta basura humana.

¿Alguien se imagina que, desde una emisora catalana, alguien agraviara de esta manera a un político español? Es más, no podría, sería sancionado por el CAC. Ya ven...
Pero, no sólo porque no lo permite la autoridad reguladora, sino porque el periodismo catalán está a años luz del mesetario.

La emisora de Jiménez Losantos subsiste gracias a la publicidad institucional de la comunidad de Madrid, sí, esa región que se queda con el 25% de todo el iva español.

También vive de las aportaciones del PP, tal como publicó EL PAÍS sobre las cuentas de Bárcenas.
Recuerden que Mercadona era una de las principales "contribuyentes" del PP...
Haciendo un simple silogismo, quien compra en Mercadona mantiene a Jiménez Losantos. Ustedes mismos...

Sí, sí, ya lo sé, el perfil de este hombre es asqueroso, un auténtico engendro, un rostro y una cabeza con presuntas deformaciones consanguíneas que recuerdan la genética de los cretinos de la América profunda que tan bien retrató John Boorman en Deliverance.