El rey más gangoso y afónico de lo normal, incluso con un papada prominente, al más estilo "HUTT", respondiendo de manera banal y casi infantil. Sí, el rey hubiera contestado lo mismo, incluso con el mismo vocabulario, si la entrevista se la hubieran hecho cuando tenía 10 años...
Hermida terminaba cada pregunta con "majestad"...
El rey habló de lo que quiso y no se acordó de Urdangarin, ni del elefante, ni de los yates regalados, ni siquiera de Corinna...
Transcripción de la entrevista, no busquen grandes frases ni grandes reflexiones, es un ejemplo más de la España decadente...
Jesús Hermida: Majestad, estamos en víspera de un día señalado: el día en que cumple 75 años.
Permita que le felicite ahora, como estoy seguro de que harán muchos, muchos, muchos españoles
en su pensamiento y en su corazón mañana, y permítame preguntarle ¿qué tal se siente, en estos
momentos?
Su Majestad el Rey: Muy satisfecho, agradezco tu felicitación y agradezco sobre todo el apoyo que
he tenido durante tantos años de los españoles, que me han seguido para hacer lo que hemos
hecho, y adonde hemos llegado. Pero sobre todo me encuentro en buena forma, con energía y,
sobre todo, con ilusión para seguir adelante y afrontar los retos que tenemos por delante,
buscando el mayor consenso entre los españoles para poder afrontarlos.
J.H.: Majestad, ¿cómo definiría su ayer, su hoy y su mañana?.
S.M.: No es fácil lo que preguntas a bote pronto, así dicho de paso. Pero yo, recapacitando un poco
rápidamente, diría que el ayer, sobre todo, un compromiso; porque no estaba y un compromiso;
luego, el resto de mi vida central, un esfuerzo, que hay hoy en día, y el de mañana diría yo una
esperanza, porque todos tenemos la esperanza en que todo vaya mejor.
J.H.: Vuestra Majestad es, diría yo, el centro, el eje o la referencia de toda una generación. ¿Qué
retrato haría Vuestra Majestad de su generación?
S.M.: Bueno, la mía, que es la tuya también, la nuestra. Bueno, yo diría que ha sufrido mucho, ha
tenido que hacer un gran esfuerzo, ha trabajado mucho para conseguir lo que hemos conseguido, y
sobre todo, está preocupada, interesada, en dejar una herencia a los que vengan, a la nueva
generación, y ha aprendido de los errores de otros.
J.H.: ¿Cuál sería según Vuestra Majestad, la satisfacción?
S.M.: La satisfacción de haber conseguido lo que hemos conseguido los españoles, que me han
apoyado en toda esta obra y en unos momentos difíciles y el éxito de haber conseguido todos
juntos esta España moderna, democrática y solidaria que hemos conseguido.
J.H.: ¿Se puede hablar también de insatisfacciones?
S.M.: Sí que se puede porque son muchos años y siempre hay insatisfacciones. Una de las mayores
insatisfacciones es haber tenido que aguantar tantos años la violencia terrorista. Luego, el hecho de
que aunque hemos conseguido bastantes cosas, todavía nos falta por conseguir una España más
igualitaria y más justa.
J.H.: ¿De qué se sentiría Vuestra Majestad más orgulloso?
S.M.: De muchas cosas, pero especificando o concretando un poco, yo creo que es el orgullo de
haber cumplido con mi deber como español y como Rey durante tantos años, durante todos estos
años de mi reinado.
J.H.: Majestad, ¿qué sacrificio se ha tenido que hacer?
S.M.: Yo creo que nuestra generación ha tenido que hacer muchos sacrificios para llegar a donde
estamos. Pero principalmente es el haber conseguido unirnos y, entonces, juntos, haber hecho el
camino que hemos hecho. Claro que nos hemos dejado cosas en el camino, seguramente, y que no
estamos del todo satisfechos con lo que se ha conseguido, todavía hay que conseguir mucho más.
J.H.: ¿Qué nombre le podríamos poner a nuestra generación?
S.M.: Yo creo que ya le han dado muchos nombres, le han llamado muchas cosas, pero creo que
hay un nombre que no se ha dicho, que es la generación de la libertad, realmente pasar de un
sistema a otro no es fácil. Yo creo que ya eso es un hecho muy importante.
J.H.: ¿Y el legado, Señor? ¿Cómo ve ese legado que, como generación, dejaremos a los que vienen
detrás de nosotros?
S.M.: Bueno, creo que el trabajo, parte está hecho: la generación nueva está ahí, ya está
trabajando. Hay muchos jóvenes que están saliendo adelante, otros tendrán problemas pero yo
creo que, en general, es una generación muy preparada y que tendrá esfuerzo, tendrán que ser
solidarios con lo que se ha hecho, y seguir adelante y tratar de mejorarlo, y tratar de configurar del
todo lo que se ha hecho, porque nunca una obra yo creo que está acabada, y menos una obra
política, creo que se puede seguir y se puede mejorar.
J.H.: Si hablamos del presente, de la España de hoy, ¿qué diagnóstico haría de su situación actual?
S.M.: Es una España moderna, democrática, solidaria, lo he repetido antes y lo vuelvo a repetir y,
sobre todo, comprometida con lo que se está haciendo. La veo con problemas graves, en crisis
económica pero, sobre todo, veo la intención de salir adelante a pesar de todo lo que está
ocurriendo.
J.H.: Y de todo lo que ocurre en España hoy, ¿qué es lo que más le preocupa o, incluso, quizá, me
atrevo a decir, le duele?
S.M.: Te diría que primero hay muchas cosas que pueden preocupar, pero resumiendo un poco,
alguna de las cosas que más pueden preocupar y que está en la mente de muchos españoles es la
falta de trabajo, que lleva a que millones de familias no puedan vivir con dignidad, y eso hace que
los jóvenes tengan que salir fuera de España a buscar trabajo, a buscar lo que puedan, a trabajar
fuera, nos duele mucho, a mí me duele muchísimo. También, aparte del trabajo, veo las
intransigencias que conllevan maximalismos y a lo mejor políticas que no nos convienen mucho,
que son políticas rupturistas. Creo que en estos momentos a España no le conviene nada, conviene
unidad y que estemos todos unidos a un futuro y a una idea.
J.H.: ¿ Cuál sería Majestad a su entender la principal virtud de España como país y de los españoles
como conjunto de individuos, de personas, y también cuál sería el principal defecto de España
como país y de los españoles ?
S.M.: Yo diría… es curioso, uniría las dos: yo creo que la virtud que tenemos es la pasión, somos
muy apasionados los españoles, vamos, creo no equivocarme, y el defecto, siempre se ha dicho
que era un poco la envidia, pero creo que no, que es la pasión también. O sea, pasión en lo bueno y
pasión en lo malo. Hay que combinar los dos.
J.H.: ¿ Qué es lo que queda por hacer y, especialmente, qué es lo más importante que queda por
hacer?
S.M.: Por un lado empezaría diciéndote que hemos ganado la libertad y el bienestar los españoles,
pero queda camino por recorrer en la igualdad de los españoles y una cosa que falta yo creo que es
la vertebración del Estado.
J.H.: Majestad, ¿cómo le gustaría que le recordase la Historia?
S.M.: Tú me lo preguntas de esa forma y yo te digo, con toda sinceridad, que a mí no me gusta
hablar de mí mismo. Pero, siendo sincero, a mí me gustaría que me recordaran como el Rey que ha
unido a todos los españoles y que con ellos ha conseguido recuperar la democracia y la monarquía.
J.H.: Si no me equivoco Señor, Vuestra Majestad fue coronado Rey hace 37 años, 1 mes y 13 días, a
fecha de hoy; pero estoy seguro de que el tiempo no ha logrado borrar de su memoria ni los
recuerdos ni los sentimientos, incluso los más personales y más íntimos, que experimentó aquel
sábado 22 de noviembre de 1975.
S.M.: Bueno, de los principales, siempre se acuerda uno, no. Y cuando me dieron la noticia,
realmente fue un mazazo, como si dijéramos, pero, al mismo tiempo, muy emocionado sobre todo
de la responsabilidad que me caía encima de entroncar una monarquía, con otro sistema, después
de cuatro décadas, y, claro, yo quería demostrar a los españoles lo que iba a hacer o lo que yo
esperaba que fuera mi reinado en aquel momento. Por eso era muy importante que, en el discurso
de entrada, que fue el primero en las Cortes, dijera que quería ser un sistema para todos y, sobre
todo, un Rey de todos los españoles. Yo me quedé muy satisfecho y tranquilo de lo que dije en
aquellos momentos porque me di cuenta de que muchos de los que estaban allí, a veces no muy
proclives a la monarquía, pero se dieron cuenta de que era lo que teníamos que hacer y a donde
teníamos que ir.
J.H.: ¿Alguno de aquellos momentos ha dejado una huella perenne, alguna huella especial en su
memoria, Señor?
S.M.: Bueno más que especial, yo diría que ha dejado una huella que es, por ejemplo en lo familiar,
el ver crecer a los hijos –luego salen los nietos y le hace a uno pensar que está más viejo (o más
mayor, diría yo)-; pero también lo que le duele a uno o la insatisfacción grande es la cantidad de
muertos que ha habido por la violencia terrorista, cerca de mil; y eso se queda dentro
permanentemente.
J.H.: Un día, de hace 19 años, le vimos Señor al borde de las lágrimas por un sentimiento muy
humano: el fallecimiento de su padre, el Conde de Barcelona. En este punto de su vida, ¿cómo le
recuerda?
S.M.: Yo primero te diría que no fue al borde de las lágrimas, fueron lagrimones de verdad, porque,
claro, te dabas cuenta, primero, de que se te había ido el padre –el que te ha enseñado, el que te
ha llevado, el que te ha guiado de pequeño, el que te ha dado buenos consejos y te ha dicho que
hacer y por dónde ir en la vida-, luego te das cuenta de que se ha ido el amigo, y luego te das
cuenta de que se ha ido, pues una persona que, como padre, te deja en la primera línea del frente
y de repente ves: ‘ahora eres tú’.
Pero se me ha quedado muy grabado la parte humana que tenía mi padre, yo creo que no bastante
reconocida o conocida por la gente, a pesar de los libros que se han escrito. Una persona que tuvo
su vida dedicada a España , no pensaba más que en España y a mí me trasladó este amor, este
afecto y esa lealtad a España. Y me dijo siempre: ‘Tienes que acordarte de ser Rey de todos los
españoles’. Tenemos que ser reyes de todos los españoles porque es la única forma de hacer que
España salga adelante y podamos trabajar en el futuro.
Pero fue una vida dedicada a España, con sacrificios económicos, familiares, personales, de cambio
de países. Hemos cambiado cinco veces: nací en Roma, luego estuve en Suiza, luego en Portugal y
luego en España, cuatro; pero siempre de un lado para otro y eso le crea a uno un carácter. Yo
siempre estuve muy unido a mi padre, y el me hablaba mucho, me decía mucho y me aconsejaba
muchísimo. Y la época de Rey, fue un gran amigo y un gran consejero y fue un leal consejero;
realmente es difícil de decir que la generación más mayor o más vieja, respetara a la más joven,
pero fue así y yo creo que ese es también el espíritu de la monarquía.
Y te agradezco que me hayas permitido hablar de mi padre porque realmente me ha llegado
siempre muy adentro lo que ha sido para mí.
J.H.: Este mismo mes de enero, dentro de 26 días, vamos a celebrar otro aniversario, que es el 45
cumpleaños de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, que representa ya a otra generación. ¿Podría
Señor describirnos cuáles son los rasgos más sinceros, más importantes, más especiales en la
personalidad del Príncipe?
S.M.: El príncipe, aparte de que como hijo yo te digo que es una bendición del cielo y una persona
encantadora, como hombre, es de una gran honestidad intelectual, muy preparado, muy
trabajador y luego es muy leal, muy leal sobre todo a mí, por supuesto hablamos mucho,
comentamos muchas cosas y eso hace que haya mucha convivencia entre los dos. Y me ayuda
mucho, le pregunto cosas y luego él está muy preparado, yo diría que de los Príncipes de Asturias
de la historia de España -está mal decirlo, presumir, pero presumo de hijo-, yo creo que es el mejor
preparado que ha habido hasta ahora. O sea que podemos tener confianza, seguridad y, sobre
todo, sabemos que tenemos ahí a alguien preparado.
J.H.: Y bien, Señor, Vuestra Majestad ha dedicado, dedica y –eso lo sabemos- seguirá dedicando
toda su vida a España y los españoles. Algo así debe producir una gran satisfacción, pero
permítame una pregunta Señor: ¿A pocas horas de cumplir 75 años, se siente Vuestra Majestad
satisfecho?
S.M.: Yo, más que satisfecho, te diría que me siento afortunado, porque los esfuerzos que hemos
hecho han dado sus frutos y yo creo que los españoles están, en general, satisfechos de lo que
hemos conseguido; y que hay más por conseguir, por supuesto, pero ahí está, como hemos
hablado ya, la próxima generación que tendrá que seguir el camino que hemos abierto y que
hemos recorrido. Pero hay un punto de insatisfacción que son los problemas que tenemos hoy en
día, que me preocupan y, sobre todo, me ocupan.
J.H.: Vuestra Majestad habló en su mensaje de la confianza como estímulo. Hace unos años hemos
oído con frecuencia, en España y fuera de España, y en ámbitos tan distintos como el deporte y la
política, una palabra que suena a consigna colectiva de confianza y esperanza. La palabra es
‘podemos’. Tal como están las cosas, Señor, ¿cree que los españoles deberíamos levantarnos cada
mañana, mirarnos a nosotros mismos, y decirnos con esperanza y con confianza que podemos, que
sí podemos, que todos juntos podemos?
S.M.: Yo creo que por supuesto que juntos podemos y lo que hay que recuperar del todo es la
esperanza y la confianza en nosotros mismos y, sobre todo, la confianza en España. Y que juntos
podemos, hemos salido de otras muchas cosas, imagínate en 37 años lo que no hemos visto y que
juntos, todos estos años hemos vivido muchas cosas.
En la vida, como en la metáfora lúdico-deportiva del juego de ajedrez, lo último que hay que hacer, la jugada que solo se ha de efectuar en situacion desesperada o de jaque es mover al rey.
ResponderEliminarEspanya en poco tiempo y contra todo pronostico ya lo ha hecho un par de veces. Su majestad, salvo en los típicos y aburridos mensajes navideños ultimamente solo ha hablado en ocasión del famoso ¿porque no te callas? a Chavez, y ahora. Todo ello me ha convencido definitivamente que Espanya ya ha empezado a actuar a la desesperada.
Es más, que sentido tenía poner a hablar a un rey con aspecto decadente, senil y enfermo.
ResponderEliminarY más sabiendo que había preguntas que no podían hacerse y que el morbo generalizado reclama.
¿Para eso paga a sus asesores...?