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viernes, noviembre 30, 2012

La carretera de la muerte del año 2000

Recuerda el título de una película del año 1975.  Su argumento es absolutamente delirante, y aún hoy, casi 40 años después, continúa siéndolo. En el film se narra como después del gran crack de 1979, los Estados Unidos de América han pasado a llamarse Provincias Unidas de América, y en ellas tiene lugar cada año una carrera transcontinental en la que todo está permitido para los participantes, incluso atropellar a peatones, lo cual hace sumar puntos al posible ganador.



Completamente delirante, repugnante y genocida es la actitud de todos los gobiernos españoles que han perpetrado la muerte de tantos catalanes. Una aberración que no tiene parangón en el desquiciado estado español. 
En la N-II obligaría a circular, cada día, a Rajoy y a sus ministros. Al rey y a sus hij@s.

Artículo de Francesc Cruanyes en elsingulardigital.cat:

Más allá de la deuda como concepto abstracto, los catalanes podemos blandir todo de símbolos concretos para ilustrar los incumplimientos del Estado. Uno de los más escandalosos lo encontramos a pie de carretera, en el tramo que va de Barcelona a La Jonquera. Pertenece a Fomento, y dado que es una de las vías que tiene el kilómetro cero en la Puerta del Sol, que nadie se confunda: la Nacional II, a pesar del nombre, es territorio español.  


Puestos en este contexto, habría que recordar al ministerio que esta ruta es la principal entrada de Europa en la península. Entre la frontera y la capital catalana la única alternativa es la AP7, de pago. Más bien, de alternativa a la autopista, ninguna: para hacer un trayecto de menos de doscientos kilómetros -esto es, unas dos horitas- si alguien osa coger la maldita N-II puede tardar exactamente el doble, o más. No es de extrañar, pues, que los habitantes de la parte del Pirineo -y los miles de barceloneses que hacen el mismo recorrido a la inversa- la hayan bautizado como la "carretera de la vergüenza".  


Vergüenza de obstáculos, vergüenza de prostitución, vergüenza de infinitas rotondas, de semáforos, de siniestros, de víctimas mortales. Entre Sils y Figueres se concentran algunos de los principales puntos negros de accidentabilidad. En algún curva ya no caben las cruces ni los ramos de flores. Sin embargo, la vergüenza administrativa radica en un despropósito que debería hacer caer la cara de vergüenza a ministros, secretarios de Estado y directores generales. Hace un montón de años empezaron un lento desdoblamiento, ahora un puente, ahora una recta, hasta que a la vista de la crisis las obras se detuvieron. A ambos lados del arcén, hoy podemos contemplar el páramo de los terrenos expropiados, paisaje funesto. Y ahora un muerto, ahora un accidente múltiple, las obras que no se retoman por falta, dicen, de presupuesto.   


GOBIERNO DE ESPAÑA.
En lo que va de año sólo han matado a 15 catalanes.
Pero la vergüenza no tiene fondo. La vergüenza se transforma en rabia cuando los sacrificados conductores condenados a pagar el impuesto revolucionario de la autopista contemplan la buena marcha de las obras de ampliación de la AP7 con un tercer carril, estas obras ralentizan el tránsito, hacen de la vía rápida una carrera de obstáculos, pero a la salida, catacrac peaje! No hay dinero para dignificar la carretera pública, pero se amplían viales y plazos de concesión en el asfalto de pago.Lentamente, la protesta ciudadana ha ido cogiendo carrerilla en las redes sociales. La etiqueta #vergonyan2 ha situado los usuarios de esta carretera "nacional" en el saco de los indignados. Incluso la Generalitat, después de vivir en un mar de dudas (la dirección general de Transportes y Movilidad llegó a decir que había que estudiar si el desdoblamiento era necesario) ha apostado por hacer frente con la ciudadanía contra el ministerio. 


Malas lenguas especulan que la empresa concesionaria de la vía rápida no es del todo ajena, al aplazamiento del desdoblamiento de la N-II. Otros han puesto el grito en el cielo cuando han sabido que el déficit de las autopistas madrileñas se compensaría prolongando los beneficios de los que gestionan las catalanas. De realidad sólo hay una: la carretera de la vergüenza es una vergüenza de carretera. De la Vía Augusta hasta ahora, sólo hemos ganado lentitud y paciencia. Y muchos se han dejado la piel.
Ser catalán en España conlleva un plus de peligrosidad, con la independencia esto no pasaría.



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